Que lo bonito del amor es que llega cuando menos te lo esperas...
Hasta hace muy poco, perseguía al amor, creía que tal vez estando con alguien iba a ser mucho más feliz, lo esperaba. Sentada en una silla, miraba al reloj con los ojos desencajados. El tic-tac de reloj me despacienciaba, día tras día, intento tras intento, lágrima tras lágrima. Y me dí cuenta que intentaba atrapar al amor, y me dí cuenta de lo que sufría intentándolo. Y llegué. Llegué a la conclusión de que el amor viene de sorpresa, en un momento inesperado o tal vez en el instante que menos lo desees o menos lo necesites. Así pues, empujé el reloj y dejé que las agujas y el cristal que atravesaba su sonido extresante se dejase romper.
Ahora, vivo la vida. Ni amor, ni corazones, ni intentos. Vivo feliz, a mi manera. Ayudando al que lo necesita y atendiendo todas y cada una de las necesidades de la gente que me rodea. Estirándome la cara con una sonrisa y arrugándome los ojos con una carcajada. Vivo feliz ahora. Y cuando venga, en ese momento, será el amor más intenso que habrá vivido, se lo aseguro.
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